¿ ESTA LISTO SU HIJO PARA INGRESAR A UN COLEGIO?
Actualmente, muchos colegios inician sus cursos de pre escolar con el segundo ciclo de educación de párvulos o nivel medio mayor, o sea, a los tres años.
Los cursos son entre 20 y 30 alumnos y muchas veces ofrecen un segundo idioma.
La estructura en términos de horarios, planificación y organización curricular en los colegios es mucho más formal y exigente que en un jardín infantil, ya que se realiza todo dentro de la estructura general del establecimiento escolar.
Su hijo puede tener los tres años que se requieren para ingresar pero, además, para tener una experiencia positiva en su primer año de colegio necesita tener la madurez necesaria para adaptarse e integrarse a la rutina escolar.
En cuanto al lenguaje, es necesario que sea capaz de expresarse con relativa claridad, que le entiendan lo que habla para poder comunicar sus necesidades básicas y comunicarse con otros niños para jugar y compartir.
En lo que se relaciona con su formación personal social, debe ser capaz de ir al baño sin ayuda, debe ser independiente en lavarse las manos, sonarse, guardar sus pertenencias y comer.
Emocionalmente, debe ser capaz de soportar el “ corte” cuando los padres lo dejan en el colegio los primeros días.
Por lo general, un niño que llora cuando lo llevan los padres al colegio por primera vez, en unos tres o cuatro días ya está adaptado.
Una sugerencia de la experiencia:
- Deje a su niño en la sala de clases con su educadora , despídase y salga con naturalidad y rapidez.
- Mientras más se quede, más posibilidades hay que su niño llore.
- Y si llora, déjelo que pase por esa etapa de aprendizaje y no regrese a consolarlo.
Las educadoras tienen estrategias para calmarlos y ayudarlos a superar este momento. En un par de días, se quedará feliz.
Los padres pueden ayudar a su hijo a ser más independiente enseñándole a valerse por sí mismo en aquellas actividades rutinarias como comer, lavarse, peinarse, ordenar sus pertenencias ponerse y sacarse la ropa.
Él se sentirá “grande” y capaz haciendo estas actividades sin ayuda y los adultos que le rodean pueden estar más tranquilos y sentirse con menos obligaciones.
Cuando los adultos les hacemos las cosas que los niños pueden hacer, el mensaje que les enviamos es “ tú no puedes, yo sí”, sin embargo la mayoría de las veces los niños sí pueden.